LAS HUERTAS EN ALEMANIA



Vamos a dar un paseo por Alemania  para ver pequeñas huertas.
Cuando viajamos  por Alemania, especialmente en tren, se ven  pequeñas parcelas con,  pequeñas construcciones que pueden servir para almacenar implementos o para albergar un par de personas.
En estos tiempos son principalmente, áreas de recreación para familias de las ciudades que quieren tener un pequeño espacio de tierra para utilizar durante algunos días al año. Se aprovechan para cultivar  verdura, hortaliza o fruta, ubicar una pequeña piscina, tener un BBQ para los asados, etc… Las áreas oscilan, normalmente, entre 350 y 400 metros cuadrados.

Estas unidades son llamadas en Alemania Kleingarten o Schrebergarten, tienen una larga historia que se remonta hasta los inicios del siglo XIX. Su origen era el  esfuerzo por disminuir la pobreza y el hambre. Las familias más pudientes, los empresarios, los grandes propietarios de tierras, las administraciones municipales y las organizaciones benéficas introdujeron esta figura como una de las medidas que debería ayudar a compensar el menor crecimiento económico frente al crecimiento poblacional.
Otra razón tuvo que ver con la educación de los niños. En espacios pequeños, similares a los de las huertas, se llevaba a los niños de las escuelas para que hicieran ejercicio físico por razones ortopédicas y de superación del sedentarismo. En una de estas escuelas un profesor comenzó a complementar el ejercicio físico con actividad agrícola, lo cual tuvo una enorme acogida entre los estudiantes y sus familias, llevando a que muy pronto se hiciera popular.
Después de la Segunda Guerra Mundial muchas familias lograron alimentarse, así fuera muy precariamente, con lo que lograban producir ellas mismas en estas pequeñas parcelas o huertas.
Cuando se muestra ese maravilloso país de Alemania, se ven los famosos Kleingarten pero cuando me pongo a reflexionar  cómo es posible que en nuestro país, con tanta riqueza, con tanta tierra y con todos los climas, haya personas muriendo de hambre o no cuidamos lo rico que tenemos. Yo que soy jardinero veo jardines desastrosos que no los cuidan y no los aprovechan para poner una pequeña huerta.  Me resisto a creer que la única forma para que el ser humano sea capaz de lograr cambios profundos, de altísimo impacto social, sea cuando se está ‘al borde del abismo de la muerte’. Pareciera que tenemos que tener  eventos extremos, tan trágicos como la Segunda Guerra Mundial, para sentirnos sacudidos como sociedad para regresar a  fundamental y vuelva a construir desde cero.

Hace unos años se realizo una estructuración, y puesta en funcionamiento, de un Centro de formación para aprender a volver a trabajar y a vivir en el campo, el Ceca Panaca en Quimbaya. Inicialmente se atendieron guerrilleros desmovilizados y luego grandes cantidades de hombres y mujeres del campo de Colombia, de muchas regiones. Hoy, forma también campesinos de Centroamérica. Esto se transformó en vidas para bien, permitiendo iniciar un ‘nuevo capítulo’, en paz y con dignidad.


Cada vez que vemos en los documentales  estos Kleingarten maravillosos de Alemania, sueño con que muy pronto en Argentina, todos quienes tienen hambre, puedan recibir ese ‘pedacito de tierra’ prestado, para sobrevivir inicialmente e iniciar el camino hacia la superación y el bienestar de una vida digna.

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